Universitarios plenamente integrados

01/10/2018
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Universitarios plenamente integrados

Los estudiantes con discapacidad comienzan a ser un colectivo numeroso en la Universidad

Acceder a su centro o al aula de estudio, disponer de material didáctico especial, contar con un tutor de apoyo, transcribir los apuntes o tener un ordenador portátil adaptado son algunas de las demandas más comunes de los estudiantes universitarios con necesidades específicas o con un grado de discapacidad.

 

Existe un sinfín de barreras: algunas físicas, pero muchas otras son ‘barreras invisibles’, aquellas que tienen más que ver con la actitud y aptitud de los demás, con la ceguera emocional del que les rodea, con la falta de empatía… La vida de un joven con discapacidad no es fácil, es una carrera de obstáculos, de retos que ir superando muy poco a poco. Si se trata, además, de acceder a una titulación universitaria y cursarla con plena integración, el desafío es aún más complicado

Las universidades españolas han trabajado en los últimos años por este colectivo que, cada vez más, se anima a cursar los estudios superiores para ser parte importante del futuro económico, social y profesional de su entorno. 

Son estudiantes valientes y luchadores que solo necesitan un apoyo extra para sentirse totalmente integrados en el mundo universitario. 

imagen de estudiante con discapacidad auditiva

En la actualidad, la universidad española acoge en sus aulas a más de 17.000 estudiantes que declaran tener algún tipo de discapacidad. En la ULPGC, durante el curso 2017-2018, estudiaron 306 estudiantes con necesidades de formación especial, principalmente con discapacidad física motora, pero también ciegos, sordos, con algún trastorno psíquico o con necesidades de apoyo por algún tipo de discapacidad no reconocida (TDH, TDA, dislexia…). 

A través del Servicio de Acción Social de la ULPGC, dependiente del Vicerrectorado de Estudiantes y Deporte, se presta de forma continuada un total apoyo a este gran colectivo de estudiantes que aspira a disponer de las condiciones necesarias para realizar con cierta normalidad su formación académica, ya sea utilizando material didáctico y de lecto-escritura adaptados; con atención individualizada en tutorías especiales, con expertos en interpretación de lengua de signos, disponiendo de mesas y sillas especiales en las aulas, con rampas de acceso a los edificios universitarios, con la reserva de aparcamientos especiales en los campus, o con transporte adaptado a los centros, entre otros.

Laura Sánchez, estudiante del Grado en Turismo y autista: “La labor de la Trabajadora Social de la ULPGC es para mí importantísima ya que sin su intervención, indicaciones y recomendaciones en las que aclara y debate cuestiones diversas con mis profesores, no sería posible que ellos comprendieran mi situación y yo estuviese totalmente integrada como me siento en esta universidad”


Todos son elementos claves para que los universitarios que declaran tener alguna discapacidad normalicen su proceso de formación en los campus. Pero todo ello debe ir acompañado de una sensibilidad especial de los docentes y formadores.  “En cada centro universitario, en cada titulación, contamos con la figura de un profesor/tutor que sirve de apoyo a estos estudiantes, favoreciendo su incorporación a  las aulas y estimulando su participación en la vida universitaria”, explica el Vicerrector de Estudiantes y Deporte, Antonio Ramos Gordillo. La labor de estos tutores se centra, básicamente, en diseñar, junto al estudiante, el curriculum académico más idóneo para él, atender sus dificultades didácticas y, también, formar a los profesores que ese curso le impartirán clases, informándoles de las herramientas que pueden facilitarle su adaptación: uso del Braile Speak, grabadoras u ordenadores adaptados en las aulas, aportarles apuntes en formato informático, flexibilizar sus formas de evaluación, verbalizar todo aquello que se escribe en la pizarra… Una labor que, en muchas ocasiones, pasa inadvertida por los docentes y de la que toman conciencia con esta formación específica.

Estudiantes mentores

estudiante en silla de ruedasPero en la ULPGC también existe un programa de apoyo de estudiante a estudiante, basado en la colaboración de un compañero que ayuda y orienta a otro estudiante con necesidades educativas especiales. “Son estudiantes mentores, que, de manera voluntaria y en las propias aulas, se convierten en los acompañantes diarios del estudiante con discapacidad, les facilitan los apuntes de cada asignatura, les guían en la elaboración de trabajos y en la realización de prácticas…”, destaca el Vicerrector. Es una labor que fomenta la inclusión, de igual a igual, y donde la ULPGC es universidad pionera en España. “Ofrecemos la oportunidad de realizar este tipo de labor de voluntariado social convalidando el tiempo destinado para ello por algunos créditos en su titulación y la verdad es que ha resultado un éxito”.

Laura Sánchez estudia segundo curso del Grado de Turismo y es autista. Sin embargo ella reconoce que le ha sido relativamente fácil cursar sus estudios universitarios en la ULPGC, gracias al apoyo del Servicio de Acción Social y a la trabajadora social que le ayuda a explicar a sus profesores sus necesidades en el aula y fuera de ella. A ello se suma el apoyo incondicional de un compañero de clase que hace las veces de mentor: “Desde el primer curso he sido ayudada por un compañero de clase como guía y apoyo a mis estudios, normalmente nos reunimos dos o tres veces a la semana, dependiendo de la asignatura, fuera del horario de clases para reforzar las materias”, explica ella mientras destaca que ha aprobado “a la primera” todas las asignaturas cursadas “y una con matrícula de honor”. Su padre, Juan Sánchez, se muestra muy orgulloso de la adaptación de su hija a la vida universitaria y le apoya diariamente en su formación. “En general, mis padres me animan y me dan fuerzas para que consiga mis objetivos en la vida, entre ellos se encuentra la continuidad y finalización de mis estudios en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria”, explica Laura.

El apoyo, los recursos, la concienciación y el voluntariado se convierten, así, en la piedra angular de una comunidad universitaria sensible y accesible para todos, donde existe el derecho a ser diferente.