LEONOR PEÑA. Conferenciante Acto de Investidura de Doctores

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Entrevistamos a

31 Ene 2018

LEONOR PEÑA. Conferenciante Acto de Investidura de Doctores

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“Divulgar la ciencia, para que se vea como un beneficio, ayudaría a obtener una mayor consideración social”

 

“Divulgar la ciencia, para que se vea como un beneficio, ayudaría a obtener una mayor consideración social”

 

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Es Licenciada en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid y actualmente es investigadora en el Departamento de Arqueología y Procesos Sociales del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Recientemente ha sido seleccionada para formar parte de la Selección Española de la Ciencia, una iniciativa que cada año reúne a los mejores científicos del país para poner en valor el papel de la ciencia en la sociedad. Pronunció la conferencia titulada ‘Arqueología de las plantas: comer, beber, curar y soñar” durante el reciente Acto de Investidura de Doctores de la ULPGC.

 

1.  Un título para su conferencia muy sugerente y que tiene mucho que ver con sus trabajos científicos, ¿no?

Sí, el título refleja algunos de los usos principales de las plantas, que no debemos olvidar que fueron un componente fundamental en la vida cotidiana de las poblaciones del pasado, ¡y también de las del presente!. Las plantas se han utilizado para saciar el hambre, y la agricultura es un buen ejemplo de ello. Hoy en día los cereales constituyen la principal fuente de hidratos de carbono de las poblaciones humanas, pero antes de la aparición de la agricultura, las plantas silvestres jugaron un papel muy importante en la dieta humana como demuestran muchas investigaciones. Entre ellas me gustaría destacar las que llevamos a cabo en el norte de África junto al Doctor Jacob Morales, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que ponen de manifiesto la importancia de algunos grupos de plantas, como las leguminosas, o las bellotas, en la dieta humana de los grupos pre-agrarios. Las plantas se han utilizado también para elaborar bebidas, como el vino y la cerveza. El vino, por ejemplo, constituyó en la Antigüedad, un elemento de prestigio asociado a las clases más altas. Un dato interesante es el hallazgo de un viñedo, bueno, de sus huellas en el terreno, datado en el siglo IX a.C., en Huelva. Este, el origen de la arboricultura, es otro de los temas en los que estamos trabajando en el Instituto de Historia del CSIC. Otras especies se han utilizado para sanar, pero este es quizá un tema más conocido porque esta práctica pervive hasta nuestros días. Por lo que se refiere a las plantas utilizadas para alterar el estado de la mente como parte de experiencias mágico-religiosas o simplemente terapéuticas o lúdicas, la arqueología también nos proporciona datos más o menos explícitos. Desde la adormidera, hasta el cannabis, pasando por el estramonio, la belladona o el beleño, las plantas con componentes psicoactivos han estado siempre presentes en el registro arqueobotánico europeo. Dilucidar su uso como “drogas” resulta, sin embargo, mucho más complicado.

 

2. Usted es una de las científicas españolas más reconocidas que trabajan en el ámbito más humanístico, un área que para muchos es ‘ciencias de segunda’, porque siempre destaca más la ciencia experimental, la técnica o la médica… Sin embargo, usted demuestra que trabajar en el ámbito de las humanidades también ofrece nuevas perspectivas y aplicaciones, por ejemplo, en un sector productivo como el primario. ¿por qué es tan complicado que se reconozca este ámbito de investigación?

Yo creo que considerar a las disciplinas humanísticas “ciencias de segunda” encierra un gran desconocimiento, y una grave equivocación que sólo genera muros y barreras para desarrollar la ciencia y avanzar en el conocimiento. Las disciplinas humanísticas encierran una gran complejidad y albergan una enorme diversidad. Hoy en día, además, muchas de ellas, y en particular la arqueología, que es la que mejor conozco, se desarrollan con enfoques multidisciplinares en los que se combinan técnicas y métodos de ámbitos muy diferentes para resolver cuestiones de todo tipo. Su reconocimiento pasa no sólo por aceptar que las humanidades y las ciencias sociales son absolutamente necesarias para comprender la diversidad humana y proponer soluciones adecuadas a muchos problemas actuales, sino también por dotarlas de una financiación adecuada y no considerar, como sucede a menudo, que las humanidades y las ciencias sociales necesitan menos fondos para llevar a cabo proyectos de investigación. ¿Por qué poner limitaciones cuando sería más fácil tender puentes?

 

3. En la actualidad trabaja en el CSIC, en arqueobotánica. ¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de esta especialidad científica y cuáles se han considerado prioritarias en España y por qué?

En arqueobotánica, como en muchas otras disciplinas arqueológicas se ha producido una enorme especialización, impensable hace algunos años. Podemos decir que hay un especialista para cada tipo de resto vegetal: polen, carbones, semillas, fitolitos, diatomeas, tejidos vegetales etc. Se identifican restos microscópicos que proporcionan datos interesantísimos sobre el medio ambiente, cuestiones relacionadas con la evolución de la vegetación, cambio climático, subsistencia, dieta, etc… En mi caso, me ocupo del estudio de semillas y frutos arqueológicos y fundamentalmente investigo sobre el papel de las plantas en la subsistencia y la economía de las poblaciones del pasado. En España las que más tradición tienen, quizá por ser las que primero se desarrollaron, son la palinología (estudio de polen y esporas), la antracología (estudio de maderas y carbones) y la carpología (estudio de semillas y frutos). En cualquier caso, los avances tecnológicos, y los avances más recientes en la investigación ponen de manifiesto la enorme importancia de la multidisciplinariedad, que permite abordar retos más complejos y por supuesto, abrir nuevas vías para el conocimiento. Un ejemplo es los recientes avances en los estudios de ADN antiguo en semillas que han permitido identificar, a través de un proyecto de la ULPGC, las variedades cultivadas por los aborígenes canarios, que son las mismas que se han mantenido hasta nuestros días.

 

4. ¿Cree que la labor científica en España necesita de un mayor reconocimiento público y político?, ¿qué deben hacer los investigadores para que exista este reconocimiento en forma de financiación y apuesta estratégica para el país?

Creo firmemente que la investigación española necesita un mayor reconocimiento público y político, una estrategia nueva que fomente el desarrollo de la labor investigadora, que financie adecuadamente los proyectos de investigación y que apueste seriamente por la ciencia (en su sentido más amplio), y esto claramente pasa por una política que realmente crea en el papel de la investigación, de los científicos, y que no recorte sistemáticamente en este campo. La labor de los investigadores y de los institutos de investigación debería incluir un mayor esfuerzo en la divulgación social. Hacer que la ciencia, que nuestras investigaciones lleguen a la sociedad, de manera que esta se vea como un beneficio, ayudaría a obtener una mayor consideración social. Y no me refiero sólo a los grandes avances médicos o tecnológicos, que merecen todo el respeto y consideración, sino también a otro tipo de investigaciones, especialmente las de carácter humanístico, que proporcionan otro tipo de conocimiento de gran valor alrededor de la experiencia humana. En cualquier caso, la labor de los centros de investigación, de los propios investigadores necesita de una política científica que permita comprometerse con proyectos a largo plazo, que a menudo no coinciden con la financiación trianual de los planes estatales de investigación, que fomente a mayor escala la formación de jóvenes doctores, que no se llegue en condición precaria a 45-50 años, que facilite la movilidad de investigadores de prestigio a equipos españoles, que las trabas burocráticas no dificulten el desarrollo de la investigación, y en definitiva, que los gobiernos defiendan a capa y espada el desarrollo de la ciencia, que no deja de ser la base del desarrollo futuro.

 

5. Ha asistido a la investidura de nuevos doctores en la ULPGC, y en este mismo acto, se evidencia la gran labor científica que se genera en centros universitarios. ¿Cree que las universidades deben ser el motor del talento investigador en el país o que aún necesitan de un mayor acercamiento al sector industrial, empresarial, para consolidarse como un ‘instrumento útil’ en la innovación?

Creo que tanto la universidad como los centros de investigación donde se forman muchos doctores, deben constituir el motor de la investigación, pero esto no está reñido con la apuesta por la innovación, ni con la colaboración con el sector industrial o empresarial. Me imagino, y digo imagino porque lo desconozco ya que en mi experiencia investigadora no he tenido contactos con estos ámbitos, que las empresas y la industria dirigen la investigación hacia temas y cuestiones muy pragmáticas, y que en la mayor parte de los casos generan ingentes beneficios económicos, y quizás se alejan de aquellas investigaciones más heterodoxas o menos relacionadas con los ámbitos mercantiles. La universidad, sin embargo, es más flexible y versátil, al menos en los ámbitos que conozco, permitiendo investigar en temas muy diferentes, pero quizá, esta sea una visión muy idealista para muchas disciplinas…

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