Deportistas con emociones a flor de piel

30/06/2010

Deportistas con emociones a flor de piel

balonmano.jpgLa ansiedad, el miedo, la ira o la tristeza son malos compañeros del rendimiento deportivo. Así, un grupo de investigación de la ULPGC ha validado un instrumento ‘psicológico’ que permite medir la inteligencia emocional de los deportistas, o lo que es lo mismo, cómo gestionan estas personas sus estados emocionales.

 

En España no existía, hasta el momento, un instrumento que midiera la inteligencia emocional de los deportistas. ¿Y qué es la inteligencia emocional? “Es el modo en el que un sujeto gestiona sus estados emocionales, como la ansiedad, el miedo, la tristeza o la ira”, comenta el profesor Juan Luis Núñez, director del Grupo de Investigación de Estudios Motivacionales de la ULPGC, un equipo que recientemente ha adaptado al español un cuestionario psicológico de 22 items para ‘analizar’ la inteligencia emocional de los deportistas.

 

“Nuestro grupo trabaja desde hace más de 10 años la motivación humana en dos contextos: en el académico y en el deportivo”, comenta el profesor Núñez. A raíz de varios estudios previos y de una tesis doctoral, el Grupo de Investigación contempla la posibilidad de incorporar a sus trabajos una nueva variable de estudio: la inteligencia emocional, como elemento que condiciona la motivación del ser humano. Así, los investigadores de la ULPGC, José Martín-Albo, Juan Luis Núñez y Jaime León, detectaron que en España existían instrumentos que evaluaban la inteligencia emocional en distintos contextos como en el área clínica o educacional, pero no en el deporte. “Nuestra labor ha sido adaptar este instrumento ya existente, denominado TMMS, y que se trata de un cuestionario psicológico muy específico, destinado a sujetos deportistas”.

 

De este modo, han validado un cuestionario de 22 items (preguntas) totalmente fiable y de excelente validez en el área deportiva. De hecho, el cuestionario está avalado por los resultados obtenidos tras su aplicación a 368 deportistas federados de Gran Canaria, de fútbol, baloncesto, balonmano y vóley; 257 hombres y 111 mujeres, con edades comprendidas entre los 14 y 40 años.

 

Con este cuestionario se abordaron tres aspectos de vital importancia a la hora de analizar la inteligencia emocional:

- la atención; es decir, si el sujeto es capaz de atender a sus estados emocionales.

- la claridad, o lo que es lo mismo, si el sujeto tiene una percepción clara de cada una de sus emociones.

- la reparación, o la capacidad del sujeto para regular o modificar sus emociones.

 

En una primera fase de estudio, el cuestionario validado por el Grupo de Investigación de la ULPGC ha confirmado que el modo en que el deportista gestiona sus emociones afecta directamente a su autoestima y a su ansiedad, lo que repercute en el rendimiento deportivo. “Habitualmente, cuanto más claro tenga el sujeto sus emociones y más capacidad para repararlas, va a disponer de una mayor autoestima y una menor ansiedad. Y, finalmente, cuanta menos ansiedad tenga el sujeto, mayor rendimiento deportivo dará”.

 

Sin diferencias de género

El cuestionario realizado a los 368 deportistas canarios descubrió que no existen diferencias de género entre los deportistas a la hora de atender, tener claras y reparar sus emociones. Sin embargo, sí se detectaron diferencias significativas con respecto al intervalo de edades, ya que se apreció que los deportistas con mayor edad perciben con mayor claridad sus emociones.

 

La fase inicial de este estudio, basado en una herramienta pionera en el sector deportivo, ya ha sido incluida en una de las publicaciones especializadas más importantes de las ciencias psicológicas: la revista norteamericana Psychological Reports.

 

Sin embargo, los investigadores de la ULPGC aún no consideran que su estudio esté cerrado y tienen sus miras en nuevos proyectos. “A partir de estos primeros resultados queremos relacionar la inteligencia emocional con otras variables psicológicas como la motivación y el autoconcepto físico que puedan explicar el rendimiento de los deportistas”. El objetivo es, por tanto, actuar en el rendimiento de grupos de deportistas, a través de la gestión de las emociones, para que éstas favorezcan una motivación intrínseca en el deportista (aquella motivación que nace del puro placer por hacer deporte, sin la necesidad de verse reforzada con agentes externos como el pago por su actividad). “Esta motivación genera un mayor rendimiento deportivo, pero también emociones más positivas y una mayor concentración del sujeto”.

 

Un reto que muchos equipos y clubes consideran la piedra angular de sus éxitos deportivos.